viernes, 24 de febrero de 2012

La rendición de Eva



Eva mantiene el caracter. Mientras, se consume el cigarrillo en su mano y su mirada perdida se encuentra de pronto con las formas sinuosas del humo, que inunda poco a poco la habitación. Resopla. Podría decir que está pensando, pero ya ni si quiera piensa. Estática. Fuera de lugar. Como una estatua de frío mármol perdida en una esquina del museo. Parpadea. Inspira. Con el cigarro aún en unas manos que a penas tiemblan pero que no serían capaces de sostener nada más que eso. Es fácil perderse en una habitación cerrada, en sus líneas rectas, en las curvas de la mesita de café que tiene ante ella, en el papel pintado de la pared, en el constante 'clack' del segundero del reloj que le acompaña. Es fácil rendirse y sucumbir. Entrar en ese otro mundo que no está detrás del espejo sino en las esquinas, con las sombras. Es tan fácil que alza su mano libre y tantea la nada a su alrededor. Que es nada pero parece densa. Con la mirada más allá de las cuatro paredes. Un momento y pestañea. Fija la mirada en su mano y es consciente de su cuerpo de nuevo. Vuelve, de allí de donde se había ido. Regresa. Entera. De vuelta a sus pies cansados, los únicos capaces de hacerle volver a la tierra. No sabe, puede que quizás mañana. Algún día. La rendición de Eva.

1 comentario:

  1. pues lo dicho, que me ha gustado, porque por un momento he imaginado que éramos una de nosotras en algún museo, currando,.... momentos reflexivos,.... jajaajajaj

    ResponderEliminar