miércoles, 15 de junio de 2011

Un canto

Hace millones de años me ofrecí voluntaria para leer en alto un poema en las fiestas de mi instituto. Me lo aprendí de memoria, y aunque hayan pasado más de diez años aún sigo recordando párrafos. Es extraño cómo esas palabras vuelven a mi cabeza en los momentos más insospechados. Versos sueltos, la mayoría de las veces, pero con tanta fuerza como el propio poema tiene. Y quiero gritarlo al mundo, recitarlo mil veces, hacer a la gente sentir el impulso de sus palabras. Aquí os lo dejo, para que lo leáis, para que lo sintáis, para que disfrutéis.

Quisiera un canto
que hiciera estallar en cien palabras ciegas
la palabra intocable.
Un canto.
Mas nunca la palabra como ídolo obeso,
alimentado
de ideas que lo fueron y carcome la lluvia.

La explosión de un silencio.

Un canto nuevo, mío, de mi prójimo,
del adolescente sin palabras que espera ser
nombrado,
de la mujer cuyo deseo sube
en borbotón sangriento a la pálida frente,
de éste que me acusa silencioso,
que silenciosamente me combate,
porque acaso no ignora
que una sola palabra bastaría
para arrasar el mundo,
para extinguir el odio
y arrasarnos...
 
José Ángel Valente

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