miércoles, 29 de febrero de 2012

Un cuento antes de dormir


Diana "la mocita" la llaman. Se pasea a diario por las calles con su vestido de tul. Ladea la cabeza, sonríe, planta el talón en el suelo y posa. Diana "la mocita" porque es la más mona del lugar. Zalamera. Coqueta. Le gustan los lazos azules en el pelo y bailar pasodobles cuando llegan las fiestas. Le gusta pintarse un lunar, justo a la altura de la comisura de sus labios y soñar que justo ahí la besan. El chico más guapo, se dice, el chico más guapo de toda la aldea. -¡Mocita!- La llaman, y ella acude corriendo. Saltando de charco en charco arriesgándose a manchar su vestido. Las medias ya se olvidaron de su color natural y el brillo de sus zapatos de charol desaparece con cada salto. -¡Mocita las medias!- Le grita su abuela. Pero ella olvida todo bajo el sol de la tarde, su lazo azul en el pelo, su vestido de tul en su cuerpo y el chapoteo de sus pies en los charcos. Chof, chof. Diana "la mocita" la llaman. La moza más moza de todo el lugar.

viernes, 24 de febrero de 2012

La rendición de Eva



Eva mantiene el caracter. Mientras, se consume el cigarrillo en su mano y su mirada perdida se encuentra de pronto con las formas sinuosas del humo, que inunda poco a poco la habitación. Resopla. Podría decir que está pensando, pero ya ni si quiera piensa. Estática. Fuera de lugar. Como una estatua de frío mármol perdida en una esquina del museo. Parpadea. Inspira. Con el cigarro aún en unas manos que a penas tiemblan pero que no serían capaces de sostener nada más que eso. Es fácil perderse en una habitación cerrada, en sus líneas rectas, en las curvas de la mesita de café que tiene ante ella, en el papel pintado de la pared, en el constante 'clack' del segundero del reloj que le acompaña. Es fácil rendirse y sucumbir. Entrar en ese otro mundo que no está detrás del espejo sino en las esquinas, con las sombras. Es tan fácil que alza su mano libre y tantea la nada a su alrededor. Que es nada pero parece densa. Con la mirada más allá de las cuatro paredes. Un momento y pestañea. Fija la mirada en su mano y es consciente de su cuerpo de nuevo. Vuelve, de allí de donde se había ido. Regresa. Entera. De vuelta a sus pies cansados, los únicos capaces de hacerle volver a la tierra. No sabe, puede que quizás mañana. Algún día. La rendición de Eva.

miércoles, 15 de febrero de 2012

De bolitas

De esto que sales a hora punta en el tren. Pasas por los tornos la primera (porque tienes calculada la puerta y no andas, vuelas) y oyes un click, clack, o cualquier cosa que signifique que al sacarte el abono del bolsillo algo se te ha caído. Miras para atrás, ya fuera de los tornos. Por el rabillo del ojo atisbas a toda esa gente que se acerca, pero te centras en algo redondo que hay en el suelo. Lo que se te ha caído. ¿Qué será?. No llevas las gafas puestas, eres miope. Abres el bolso. La gente empieza a salir por los tornos cercanos. Sacas las gafas. Cada vez más gente. Te las pones y ves una bolita. Verde. O azulada. Y piensas "es mía, no sé de qué pero es mía". Se acerca una chica para pasar justamente por ese torno. Te pones en medio. Subes la mano. "Espera". Te mira. Ella y el resto. "¿Me puedes coger esa bolita?". Se da la vuelta, lleva botas gordas y la pisa, o la golpea o algo, porque de pronto intenta buscar la bolita pero ya no hay bolita pero todo el mundo la busca. "¿El qué?". "Una bolita. Es que se me ha caído. Es de un zapato." Explicas, esperanzada de que no pienses que la estás vacilando. La gente ya no pasa por los tornos, mira la suelo buscando la bolita. "No te preocupes" contestas "La has pisado". La chica te mira con horror porque sin querer ha pisado y perdido tu bolita. "No, no, en serio, no importa." Insistes. El resto la sigue buscando con la mirada. "En serio, no importa" hablas para la galería "era una bolita, de un zapato, pero se ha debido ir rodando. No importa. Gracias". Y te das media vuelta. Con miradas en la espalda pero sin bolita. Y subes las escaleras preguntándote "¿Y si se me cayó otra cosa?"

martes, 14 de febrero de 2012

Ejercicios antes de dormir

Voy a hacer ese ejercicio tan bueno que es encontrar 10 cosas buenas que han pasado en el día. ¿Por qué? Porque ahora mismo me es tan sencillo y fácil encontrar 10 cosas malas que pasen en una hora que creo el ejercicio este es de vital necesidad. Aunque las cosas buenas suenen ridículas o poco importantes.

- Me he comprado rimmel que no me quedaba.
- He logrado coger sitio en el tren en hora punta.
- He conseguido encontrar una cosa que suele ser cara a precio asequible.
- Me he cenado la pizza más rica del mundo (De espinacas, del Dr. Oestker).
- Han echado Bridget Jones. Ver a Mark Darcy siempre es bueno.
- No he querido asesinar a ninguna pareja por ser excesivamente empalagosa en San Valentín.
- He salido a mi hora en el curro.
- El señor que toca en la boca de Renfe esta mañana tocaba una canción muy chula.
- He tachado dos cosas en mi lista de "cosas que hacer".
- Estoy escribiendo una entrada en el blog.

En realidad, quería hacer una entrada especial por el 14 de Febrero, así, un poco absurda. Pero he de reconocer que no tengo ni pajolera idea del amor. ¿Pero acaso alguien lo tiene?

martes, 7 de febrero de 2012

NIHT

El otro día leí que para tener seguidores asiduos (y que eso era algo así como tener éxito en la vida) tienes que publicar diariamente. Os diré una cosa, diariamente hago más cosas (trabajar, estudiar... tontunas de esas) pero sí, intentaré pasarme por aquí más a menudo.

Sólo un par de cosas:

- Eres más guay que el resto si tienes más seguidores en Twitter. Tengas la edad que tengas.
- Internet es un instituto americano.

Volveré, cuando acabe exámenes y recupere MI VIDA. Y a lo mejor hablaré sobre las cosas importantes que he descubierto al final de la carrera: que no es arte todo lo que reluce, o que hay mucho arte que no reluce porque siempre cuentan la historia los mismos.


"Mondrian, voy a contarte un secreto: a veces me siento muy desesperada, porque cuando me planteo este problema, la soledad, el frío, el "miedo del miedo", me envuelven en sus brazos e intentan cerrar este nuevo tiempo que brota en mi interior, aplastando pétalos frescos y delicados que tardarán algún tiempo en abrirse, igual que se abre un ojo cerrado después de haber recibido un puñetazo."     
--   Fragmento de la Carta de Amor de Lygia Clark a Mondrian.